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PENTECOSTÉS: LA VENIDA DEL ESPÍRITU SANTO.

1. IDEAS IMPORTANTES

 

“Los apóstoles perseveraban unánimes en la oración, junto con algunas mujeres y María, la madre de Jesús, y con sus hermanos” (Hch 1, 14)

 

“Se llenaron todos de Espíritu Santo y empezaron a hablar en otras lenguas, según el Espíritu les concedía manifestarse” (Hch 2, 4)

 

El Espíritu Santo se convierte en el principio de una humanidad que, superando las divisiones se reúne para formar el único pueblo de Dios.

 

Jesús dice a Nicodemo: “El que no nazca de agua y de Espíritu no puede entrar en el reino de Dios” (Jn 3, 5).

 

El Espíritu Santo guía a su Iglesia hacia el conocimiento pleno de lo que Jesús es y de lo que él ha enseñado.

 

2. CATEQUESIS

 

La Iglesia naciente.

 

Nos dice San Lucas que, tras la Ascensión del Señor a los cielos, los apóstoles “perseveraban unánimes en la oración, junto con algunas mujeres y María, la madre de Jesús, y con sus hermanos” (Hch 1, 14). En ese pequeño grupo de los que habían permanecido fieles al Señor estaba ya la Iglesia, el pequeño grano de mostaza en medio de un mundo hostil. Once discípulos, ya que Judas se había suicidado, un pequeño grupo de parientes y amigos y María, la madre, que acompaña desde ahora la andadura de sus nuevos hijos, como le había encomendado Jesús desde la cruz. Ella es ya la Madre de la Iglesia naciente.

 

Poco tiempo después, Pedro, cabeza de la Iglesia, recuerda a sus compañeros que “es necesario que uno de los que nos acompañaron todo el tiempo en que convivió con nosotros el Señor Jesús...se asocie a nosotros como testigo de la resurrección” (Hch 1, 21-22). La Iglesia es el nuevo pueblo de Israel, y como el primer Israel estaba fundado sobre los doce hijos de Jacob, tienen que ser doce los que transmitan autorizadamente la mundo la gran noticia de la resurrección del Señor, el centro de la vida y mensaje de Jesús de Nazaret.

 

La venida del Espíritu Santo.

 

El mismo San Lucas nos continúa narrando los comienzos de la Iglesia: “Al cumplirse el día de Pentecostés, estaban todos juntos en el mismo lugar...Se llenaron todos de Espíritu Santo y empezaron a hablar en otras lenguas, según el Espíritu les concedía manifestarse” (Hch 2, 1.4)

 

Con la venida del Espíritu Santo comienza la misión universal de la Iglesia. Aquellos hombres temerosos abren las puertas de la casa donde se refugiaban por miedo a los judíos y se lanzan a predicar en medio de Jerusalén. Su testimonio es claro: “A este Jesús lo resucitó Dios, de lo cual todos nosotros somos testigos. Exaltado, pues, a la diestra de Dios y habiendo recibido del Padre la promesa del Espíritu Santo, lo ha derramado” (Hch 2, 32-33).

 

La gente que les escucha lo entienden cada uno en su lengua. Así, según el relato de San Lucas comentan sorprendidos: “cada uno los oímos hablar de las grandezas de Dios en nuestra propia lengua” (Hch 2, 11). Es lo contrario del relato de la torre de Babel. El Espíritu se convierte así en el principio de una humanidad que, superando las divisiones y las incomprensiones, se reúnen para formar el único pueblo de Dios. La predicación de los apóstoles, el Evangelio del Cristo viviente, vence la dispersión de los hombres y consigue la unidad de las gentes: la unidad de los creyentes que forman su Iglesia.

 

La acción del Espíritu Santo en la Iglesia.

 

El evangelio según San Juan habla también muy frecuentemente de la acción del Espíritu Santo en la Iglesia. Ya en el relato del bautismo en el Jordán, se presenta a Jesús como aquel que da el Espíritu. Él es “el que bautiza en el Espíritu Santo” (Jn 1, 33). Y en el día de Pascua, el Señor resucitado se aparece a los apóstoles y les dice: “Como el Padre me ha enviado, así os envío yo... Recibid el Espíritu Santo; a quienes les perdonéis los pecados, les quedan perdonados” (Jn 20, 21-22).

 

El Espíritu Santo es el principio de un nuevo nacimiento en la vida de cada persona. Jesús dice a Nicodemo: “El que no nazca de agua y de Espíritu no puede entrar en el reino de Dios” (Jn 3, 5). Esta nueva forma de existencia se produce porque el Espíritu pone al bautizado en un contacto personal con el Señor, y, a través de él, con Dios Padre. El Espíritu Santo da la vida divina.

 

Además, el Espiritu Santo guiará a su Iglesia hacia el conocimiento pleno de lo que Jesús es y de lo que él han enseñado: “Muchas cosas me quedan por deciros, pero no podéis cargar con ellas por ahora, cuando venga él, el Espíritu de la verdad, os guiará hasta la verdad plena” (Jn 16, 12-13).

 

Si en el texto de Nicodemo se nos muestra al Espíritu Santo como el que hace nacer al discípulo de Cristo a una nueva vida, la vida de la gracia, en este último texto se explica cómo la Iglesia –y cada uno de nosotros en ella- puede continuar en contacto con la enseñanza de Jesucristo e, incluso, crecer en su comprensión. Igualmente, el Espíritu conduce a su Iglesia, a través de su asistencia a los apóstoles y a sus sucesores, a un conocimiento más perfecto de la revelación divina, para rejuvenecer a la Iglesia y aplicar las enseñanzas de su Señor a las situaciones cambiantes del mundo en el que tiene que vivir.

 

 

3. TEXTOS DEL COMPENDIO DEL CATECISMO

 

143. ¿Qué relación existe entre el Espíritu y Jesucristo, en su misión en la tierra?

 

Desde el primer instante de la Encarnación, el Hijo de Dios, por la unción del Espíritu Santo, es consagrado Mesías en su humanidad. Jesucristo revela al Espíritu con su enseñanza, cumpliendo la promesa hecha a los Padres, y lo comunica a la Iglesia naciente, exhalando su aliento sobre los Apóstoles después de su Resurrección.

 

144. ¿Qué sucedió el día de Pentecostés?

 

En Pentecostés, cincuenta días después de su Resurrección, Jesucristo glorificado infunde su Espíritu en abundancia y lo manifiesta como Persona divina, de modo que la Trinidad Santa queda plenamente revelada. La misión de Cristo y del Espíritu se convierte en la misión de la Iglesia, enviada para anunciar y difundir el misterio de la comunión trinitaria.

 

«Hemos visto la verdadera Luz, hemos recibido el Espíritu celestial,
hemos encontrado la verdadera fe: adoramos la Trinidad indivisible porque
Ella nos ha salvado» (Liturgia bizantina. Vísperas de Pentecostés).

 

145. ¿Qué hace el Espíritu Santo en la Iglesia?

 

El Espíritu Santo edifica, anima y santifica a la Iglesia; como Espíritu de Amor, devuelve a los bautizados la semejanza divina, perdida a causa del pecado, y los hace vivir en Cristo la vida misma de la Trinidad Santa. Los envía a dar testimonio de la Verdad de Cristo y los organiza en sus respectivas funciones, para que todos den «el fruto del Espíritu» (Ga 5, 22).

 

146. ¿Cómo actúan Cristo y su Espíritu en el corazón de los bautizados?

 

Por medio de los sacramentos, Cristo comunica su Espíritu a los miembros de su Cuerpo, y la gracia de Dios, que da frutos de vida nueva, según el Espíritu. El Espíritu Santo, finalmente, es el Maestro de la oración.

 

4.- ORACIÓN

 

Oh Dios, que por el misterio de Pentecostés santificas a tu Iglesia, extendida por todas las naciones, derrama los dones de tu Espíritu sobre todos los confines de la tierra y no dejes de realizar hoy, en el corazón de tus fieles, aquellas mismas maravillas que obraste en los comienzos de la predicación evangélica. Por N.S.J. Amén.

VEN ESPIRITU SANTO

VEN A ILUMINAR

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